20 años atrás, tuve la suerte de escuchar al maestro Marino Rivero en concierto. En esa noche el tocó solo y sin ayuda de micrófonos o amplificadores. De esta manera tuve la oportunidad de escuchar al Bandoneón en todas sus facetas y en su pura naturalidad. Me quede con una pequeña impresión de la inmensa expresion musical que se esconde en esa pequeña caja. Desde esa noche quede completamente deslumbrado y el Bandoneón se convirtió en un compañero de vida.
En los años siguientes me recibí como Constructor de Órganos Tubulares y Harmonios, y trabajé por muchos años en todas las áreas de este trabajo.